La cosa

Repentinamente su esencia se perdió, la invitación, el intercambio, el calor que pasaba de mano en mano. Como una pieza en desuso que genera nostalgia, como un plaza vacía donde solían jugar los chicos, como la tristeza que nos recorre al pensar en quienes ya no nos acompañan. Ahora solo me urge con ansias calentar de nuevo el agua, que se arme una ronda grande y que no paremos de reír

 

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